“¿Te anoto? Hoy tenemos milanesas con puré”, pregunta y aclara Lila, como hace todos los días, mientras saca su libretita para anotar el nombre de otro comensal. Hace años que Lila y su amiga Marcela, encargadas de limpiar pasillos y oficinas en el Ministerio de Obras Públicas, miembros orgullosas de la planta permanente, llevan adelante un comedor improvisado en uno de los subsuelos del edificio. Es la rutina cotidiana: durante el breve lapso de la jornada laboral que puede dedicarse al almuerzo, las mujeres cocinan y sirven esos platos caseros a una cantidad nada despreciable de compañeros. Rutina que podría llegar a tambalear y caer con la llegada a la institución de una nueva directora, aunque el peso de la costumbre hace que eso parezca imposible, inimaginable. Planta permanente, el primer largometraje en solitario del realizador tucumano Ezequiel Radusky –codirector junto a Agustín Toscano de Los dueños–, participó de la Competencia Internacional del último Festival de Mar del Plata y llega a la plataforma CineAr, ocasión para encontrarse con una sátira social alejada por completo del costumbrismo y cuyos temas son tan universales como idiosincráticos los detalles. Al fin y al cabo, la burocracia y sus vericuetos recorren todas las latitudes y longitudes del planeta, aunque cada región posea particularidades que la hacen única e irremplazable. La película volvió a reunir a Liliana Juárez (Lila) y Rosario Bléfari (Marcela) luego de compartir pantalla hace siete años en Los dueños, y le valió a la actriz tucumana el premio a la Mejor Actuación Femenina en el evento marplatense, transformándose tristemente en la última participación de Bléfari en un largometraje. Son ellas quienes les dan vida a Lila y Marcela, las chicas de limpieza y amigas desde siempre que, de golpe y sin aviso, se ven enfrentadas en una batalla nada silenciosa, sin terminar de caer en la cuenta de que tienen un enemigo en común. “Fueron muchas las cosas que fueron empujando para que Planta permanente sea tal y como es”, dice Ezequiel Radusky en el comienzo de la charla con Radar, compartida con Liliana Juárez. Él desde su casa en Buenos Aires, donde se mudó luego de escribir el primer borrador de la película; ella desde su provincia natal de Tucumán. “Situaciones que me fueron convenciendo de escribir la historia y poner sobre la mesa varios de las asuntos que la película toca. En parte, es un homenaje a mi madre, una mujer muy buena y crédula que, precisamente por esa razón, muchas veces le terminaban ‘haciendo’ la plata”.
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