Para convocar a la movilización de este sábado contra la «ley ómnibus» que pretende eliminar instituciones culturales históricas como el Fondo Nacional de las Artes (FNA) y el Instituto Nacional del Teatro (INT) se eligió el concepto de “abrazo” y fue toda una declaración de principios. El evento no sólo simbolizó un abrazo en sí mismo sino que en su interior alojó otros tantos entre centenares de referentes, artistas, docentes, estudiantes y trabajadores de la cultura que se congregaron en el edificio del FNA (Alsina 673) y marcharon hacia el INT (Av. Santa Fe 1235) al grito de «Milei, basura, no toques la cultura» y «La patria no se vende», con una amplia participación, aplausos efusivos y una notable adhesión en el espacio público de transeúntes, vecinos desde sus balcones y automovilistas con sus bocinas. Hubo también abucheos para Leonardo Cifelli, Secretario de Cultura.
El modus operandi fue claro. Primero el asesor Federico Sturzenegger se ocupó de deslegitimar organismos ejemplares como el INT o el FNA en una entrevista radial; el paso siguiente lo dio el propio Javier Milei al enviar un proyecto que –entre muchos otros puntos– propone derogar el Decreto Ley N° 1224 que creó el FNA en 1958 y la Ley Nacional del Teatro N° 24.800 de 1997. El rechazo del sector fue inmediato y rápidamente se organizaron asambleas en todo el territorio para debatir posibles estrategias de resistencia. Este sábado a las 14 el colectivo Unidxs x la Cultura realizó una asamblea previa al abrazo: participaron más de seiscientas personas de manera presencial y a través de zoom.
Por estos días circularon algunos datos sobre el impacto concreto que un organismo como el FNA tuvo a lo largo de la historia con sus políticas: un préstamo otorgado por la institución le permitió a Ástor Piazzolla comprarse un piano y a Antonio Berni construir su taller. Marta Minujín pudo viajar a París en los 60 para desarrollar su carrera y por esa razón estuvo presente este sábado: fue ovacionada junto a otrxs artistas y dejó su apoyo escrito en una de las cartulinas que rodeaban el edificio de la calle Alsina. La escritora Liliana Heker, quien fue jurado en los concursos del FNA y también formó parte del directorio durante la presidencia de Héctor Valle, declaró a Página/12: “Esto es gravísimo. Estoy acá apoyando al FNA porque es una institución que defiende a todos los artistas con objetividad y ecuanimidad. En los 80, en plena dictadura militar, Hugo Paradero me recomendó ir al Fondo y me dieron un préstamo con el que pude escribir Las peras del mal. Es una institución ejemplar. Esta medida demuestra que el gobierno actúa con una vehemencia y un odio incomparables. Da mucho miedo. Últimamente se me cruzó varias veces la frase de Goebbels: ‘Cuando escucho la palabra cultura, saco mi pistola’. Creo que viene una época en la que vamos a tener que salir a defender muchos derechos que nos están quitando. Este es uno y acá estamos».
«Hoy defendemos lo que tan violentamente fue atacado con las medidas que intentan arrasar de un plumazo los derechos adquiridos por los que tantas personas lucharon, no sólo acá sino en todo el país. Lo siento como una provocación hacia el sector porque ya nos cansamos de explicar cómo se manejan estas instituciones. Pedimos que todos los senadores y diputados se pongan las pilas y no den lugar a estas medidas», exhortó el actor Diego Velázquez. El director teatral y régisseur Rubén Szuchmacher, por su parte, dijo: «Estoy acá para defendernos del ataque violento y fascista del DNU y de esas bases horrendas que presentó Milei. Hoy tratan de eliminar nuestra identidad cultural que es la que nos define como país. Atacar las instituciones artísticas es una manera de desintegrar una identidad nacional que puede ser revulsiva para quien trata de vender a toda costa el país y adoptar una tradición totalmente ajena como la de Estados Unidos».
Eso que tantas veces se explicó es que son organismos autárquicos y, tal como señala el actor Osqui Guzmán, «no tocan dinero del Estado». Además, la inversión en cultura que el gobierno pretende eliminar representa tan sólo el 0,2 % del presupuesto nacional, pero un elemento a destacar es que el sector cultural genera un valor agregado anual del 1,8 %, de modo que su presupuesto es superavitario. Por otra parte, tanto el FNA como el INT son instituciones transparentes, con alta representación federal y generan empleo directo e indirecto a través de sus políticas. «Las instituciones que quieren cerrar son herramientas para los trabajadores de la cultura, no sólo de acá sino del resto del país», dice Guzmán. La actriz Leticia González de Lellis agrega que se trata de «derechos adquiridos» y aclara que «los artistas no viven del INT porque a veces sólo te podés comprar los zapatos para una obra con esos aportes, pero sin ellos la obra no se puede hacer». Ambos destacaron el valor del teatro independiente reconocido en todo el mundo como una de las usinas artísticas más prestigiosas. «Es un ataque a los trabajadores y al pueblo», subrayaron.
El director y autor Emilio García Wehbi comentó durante la caminata, una de cuyas columnas pasó por Radio Nacional para expresar su apoyo a los medios públicos: «Estamos activos de manera presencial desde que apareció esta amenaza sobre el INT y el FNA, pero son muchos más. En términos socioeconómicos y culturales lo que se plantea es prácticamente un desmantelamiento del concepto de nación. El INT y el FNA nos han apoyado históricamente para formarnos, producir, convocar gente, formar grupos, girar. Muchos hemos traído divisas del exterior porque pudimos viajar y diría que fue exclusivamente gracias a estas instituciones culturales». Quien fue jurado en el rubro de Artes Escénicas del FNA opina que hoy «la estrategia es desmantelar cualquier producción cultural intelectual para quedarse en lo superficial, es decir, que la cultura esté manejada por Nik y Fátima Flórez. Esa es la idea de cultura: un copista y una imitadora. No hay nada auténtico ahí, es una copia de lo más vulgar».
La actriz Maricel Álvarez también destacó la necesidad de «poner el cuerpo» para defender aquello por lo que los artistas luchan siempre desde sus plataformas expresivas. «Hoy la coyuntura nos pide dar la cara con nombre y apellido, ya no hay máscaras. Venimos a manifestarnos no sólo como artistas sino también como ciudadanos. Si se llegase a aprobar esta ley nefasta, es el principio del fin de una comunidad muy pujante como en pocas ciudades existe, pero también el inicio de un deterioro a nivel social, idiosincrático y educativo que abarca a personas de todas las clases y preferencias ideológicas».
El director Alejandro Tantanian, por su parte, agregó: «Estoy acá porque es donde hay que estar. Cuando se avasallan los derechos de las minorías y de quienes creemos en un país para todos y no para algunos, es necesario poner el cuerpo además de la voz». La artista chilena Loreto Garín (del colectivo Etcétera) también aportó su visión: «Nosotros venimos trabajando desde 1997, vivimos la gran crisis del 2001 y creemos que la organización cultural es imprescindible. La cultura no sólo produce trabajo para los artistas sino también conocimiento, emoción, sensibilidad e imaginación. Sin imaginación social no hay transformación posible». También dijeron presente varios colectivos de jóvenes. Uno de ellos fue el grupo teatral BESA, quienes definieron la cultura como «aquello que teje sentido y le da razón a la vida», porque además de ser un derecho humano «nos permite observar la realidad desde una perspectiva más sensible a la que estos sistemas proponen. Creemos que la libertad no es un valor individual sino un gesto colectivo al igual que la cultura».